La confusión se apoderó de los venezolanos este fin de semana tras los anuncios económicos hechos por el presidente Nicolás Maduro la noche del viernes.
Comercios cerrados, súbitos aumentos de precios, retiro de mercancía y filas enormes en mercados, farmacias y estaciones de gasolina reflejaron el nerviosismo de la gente, que trató de aprovisionarse con cualquier cosa ante lo que los economistas describen como una gran devaluación de la moneda.
Y justo cuando este lunes entra en vigor el nuevo cono monetario –del ‘bolívar soberano’– que suprime cinco ceros al antiguo bolívar.
A pesar de las decenas de llamados del mandatario venezolano “a la calma” y “la confianza”, la incertidumbre y el malestar marcaron un ánimo del que varios partidos opositores se hicieron eco para convocar un paro nacional para este martes de 24 horas contra las medidas, que a simple vista representan una mayor contracción para el poder adquisitivo venezolano y una posible oleada de despidos de los escasos empleos formales que quedan.
“No podemos permanecer inertes y de brazos cruzados y nuestra legítima defensa es la lucha de todos. Hoy cobra mayor fuerza y justificación el paro laboral y ciudadano que he venido proponiendo” Nuestra respuesta al lunes trágico de Maduro es paro nacional el martes”, difundió el dirigente del partido La Causa R, Andrés Velásquez, a través de un audio que pronto fue respaldado por los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular.
La dirigente del partido Vente Venezuela, María Corina Machado, también se pronunció llamando a la ciudadanía “a la protesta generalizada, el desacato y la desobediencia”.
Tras la compleja explicación ofrecida por el mandatario el viernes, las medidas anunciadas dejan claro unas pocas cosas: el Gobierno finalmente reconoció que durante años emitió dinero inorgánico (produciendo bolívares a discreción para cubrir sus cuentas internas y los aumentos salariales) y que los precios de todo en Venezuela están dolarizados –al valor del precio del dólar paralelo, no oficial–.
En ese sentido, decretó de un modo artesanal que el precio del dólar fluctuara “anclado” al precio de la criptomoneda petro, cuya unidad costará lo mismo que un barril de petróleo. Así, Maduro fijó el precio del petro en 60 dólares, lo que significaría que cada dólar queda en 6 millones de bolívares “de los viejos” (y cada petro en 360 millones de bolívares), justamente el precio al que se estaba transando en mercado negro, mientras que el precio oficial era de 248.000 bolívares.
Sobre ese nuevo contexto, ordenó que el sueldo mínimo será de “medio petro” (180 millones de bolívares vigentes hasta ayer o 1.800 “bolívares soberanos”), aumentando así más de 3.400 por ciento el salario mínimo, que hasta ayer era de 5 millones de bolívares.
El presidente aseguró que el Estado venezolano estaría en capacidad de ayudar “a la pequeña y mediana industria” a cubrir semejante salto en el pago de las nóminas, pero no especificó cómo, ni cuándo ni a quiénes. Algunos economistas prevén un cierre masivo de empresas que no podrán asumir la nueva carga.
Pero lo que la mayoría de la gente entendió fue que de pronto el mandatario licuó el valor del bolívar, por lo que miles de personas se volcaron durante sábado y domingo a adquirir lo mucho o poco que pudieran con lo que quedaba en sus cuentas bancarias, antes de la entrada en vigor del “bolívar soberano”.
“A partir de este lunes ya no sabemos cuánto tendremos realmente en la cuenta y es obvio que todo va a subir, yo hago esta fila aunque me toque dormir aquí”, dijo una señora que compró el sábado todo el pan, mantequilla y queso que podía su bolsillo.
Intoxicados los comercios de una espiral hiperinflacionaria que agota al país desde hace al menos seis meses, en algunas panaderías y confiterías la mercancía imperecedera fue retirada de los anaqueles para esperar a mañana para remarcarles el precio.
También en mercados populares, a medida que crecían las filas y los rumores de que el precio del dólar escalaba hasta 14 millones de bolívares por unidad, algunos expendios de carne y pollo decidieron cerrar las rejas, creyendo que estaban perdiendo la mercancía al venderla a “precio viejo”.
Entre las grandes incertidumbres de los anuncios del viernes quedó cuál sería el nuevo precio de la gasolina, por lo que entre sábado y domingo las estaciones sirvieron hasta agotar el producto, que hasta ayer, al mediodía, costaba seis bolívares por litro o 0,00006 bolívares soberanos hoy, un equivalente de fábula a 0,000001 dólares si se toma como referencia el nuevo precio del dólar reconocido por el Gobierno venezolano.
En algunas estaciones, si las personas querían pagar con un billete inferior a los 500 bolívares “viejos”, pero todavía vigentes, los expendedores los dejaban llenar el tanque y marcharse sin pagar.
“Para que le voy a aceptar esos billetes si no valen nada, váyase que el de adelante me pagó con mil bolos, pagó su gasolina y la suya” fue la respuesta que recibió una señora que llenó el tanque en la estación cercana al barrio Santa Cruz del Este, en Caracas, y solo tenía para pagar varios billetes de 100.
Esos billetes y los de 50, del viejo cono monetario, no serán aceptados a partir de este lunes. Solo los de 500 para arriba podrán “coexistir hasta que desaparezcan” con los del “bolívar soberano”.