América Latina presenta su mejor y su peor cara en el informe anual de malaria que ha lanzado la Organización Mundial de la Salud este lunes en Maputo (Mozambique). Por primera vez en 45 años, un país, Paraguay, ha sido declarado libre de esta enfermedad. La otra cara la muestra Venezuela, que confirma el aumento de casos de los tres últimos años y registró 411.000 nuevos contagios en 2017, tres veces más que en 2014. El informe atribuye este aumento a “la falta de acceso a medicamentos, la debilitación de programas de control de vectores (mosquitos) y el movimiento de población del estado de Bolívar (una de las zonas más afectadas) a otras áreas del país”.
Vemos una polarización en la zona en cuanto al avance de malaria: unos con progreso extraordinario y otros que hacen que la situación sea preocupante
Los otros países de la región latinoamericana que sufrieron un incremento en la incidencia de esta enfermedad prevenible y curable son Brasil y Nicaragua. El primero, con 189.000 nuevos casos, ha acusado un relajamiento en las herramientas y alcance de los programas de tratamiento y prevención. En el segundo, en el que hubo 10.900 afectados más, ha influido una situación excepcional de migración en la zona del Atlántico. “Hay que tener en cuenta que en los últimos años Brasil ha puesto muchos medios en la lucha contra zika, dengue y chikungunya”, señala la especialista.
Paraguay fue declarado el primer país en casi medio siglo en la región en librarse de esta enfermedad. La OMS destaca que la clave en los próximos años para combatir el paludismo será que los países tomen las riendas del problema y parece que esto ha sido una de las herramientas que han llevado a Paraguay a este resultado. “La malaria está muy vinculada a la continuidad de las acciones, en cuanto se quita el pie del acelerador regresa, así que es muy importante la perseverancia”, recalca Roses. El Salvador también reportó en 2017 cero casos de malaria, uno de los últimos pasos hasta ser también declarado libre de esta afección.