El “mejor mochilero del mundo” viaja con cinco dólares diarios

El argentino Juan Pablo Villarino ha visitado 91 países, en los que ha recorrido 180.000 km a dedo. Sí, haciendo autostop. Eso le valió que el New York Times lo declarara “el mejor mochilero del mundo” en marzo de este año.

Su blog de viajes fue el primero en Argentina. De a poco, compartiendo sus crónicas, se convirtió en escritor. Es autor de los libros Vagabundeando en el Eje del Mal, que va por su quinta edición, y Caminos Invisibles (los libros de viaje más vendidos de Sudamérica en la actualidad).

 

Entre 1998 y 2002, Juan comenzó haciendo viajes cortos a dedo dentro de Argentina. Para costear sus viajes, llevaba consigo pequeños libros artesanales de poesía que vendía de forma ambulante.

“En 2003 decidí cambiarlo todo. Logré hacerme de un pasaje a Europa y con 10 euros en el bolsillo aterricé en Irlanda”, relata.

Cuando se le pregunta cómo decidió dejar todo de un día para el otro e irse sin más, cuenta que “tenía dos opciones: continuar en la senda del profesional exitoso y vivir una vida común, o arriesgarme y hacer lo que el corazón me dictaba”.

Aunque admite no haber tenido todas las respuestas, eligió la segunda opción, “porque viajando como mochilero había aprendido que la incertidumbre era parte del juego”.

Confiesa que al principio no fue fácil; luego de realizar “trabajos aburridos” en Irlanda durante un año para ahorrar dinero, en 2005 empezó a viajar como quería y hasta el día de hoy no se detuvo. “Desde entonces vivo de la escritura”, asegura.

Su primer gran viaje haciendo autostop duró 27 meses. Cruzó Europa, surcó Medio Oriente (el paso por Irak, Irán y Afganistán dio origen al libro Vagabundeando en el Eje del Mal), atravesó el Tíbet (que dio origen al libro Un tango en Tíbet) y llegó al Sudeste Asiático. Todo por tierra.

Su viaje por el Tíbet probablemente fue el desafío más grande: llegó a esperar dos días para que pasara un auto en una de las rutas más desoladas del mundo.

“Fue un viaje realizado íntegramente a dedo (y por ende de forma ilegal), durmiendo en monasterios y confraternizando con lamas a los que muchas veces no entendía una palabra. Y para hacerlo más curioso, me pidieron traducir un tango. De allí el nombre del libro Un Tango en Tíbet”, señala.

“Cuando en las playas de Tailandia me di cuenta que podía vivir de la venta de mis libros artesanales de crónicas de viaje, reconfirmé mi declaración de independencia”, dice Juan con convicción.

Además de sus libros, desde el 2005 comparte las crónicas de sus viajes y estilo de vida en su blog www.acrobatadelcamino.com. Allí manifiesta que hacer autostop es lo que le permite conocer gente de toda clase social en cada país que visita y llegar a rincones a donde un turista no lo haría.

Tiene un registro de cada conductor y vehículo que lo ha trasladado desde 1998: unos 2.000 vehículos.

La mochila que carga pesa alrededor de 15 kilos. “Abriendo un cierre de mi mochila puedo sacar cualquier cosa que necesite, desde mi perfume hasta una lata de atún”, asegura. La ropa la va cambiando de acuerdo con el clima y la lava cuando le prestan un lavarropas o en algún camping.

En 2010 Juan conoció a su pareja, Laura Lazzarino, que, inspirada en uno de sus libros, le escribió para conocerlo, y a partir de allí comenzaron a viajar juntos.

“Hemos abordado Mercedes Benz de millonarios y carros tirados por burro en el Sahara. Tenemos la oportunidad de probar a diario la bondad intrínseca del ser humano al margen de la religión, nacionalidad o raza”, narra.

También cuenta que el azar que implica viajar a dedo es lo que les permitió dormir en todo tipo de sitios, desde bases militares hasta mansiones o faros.

Y agrega: “Conocemos ciudades y pueblos a los que nos invitan nuestros conductores y que no estaban en nuestros planes. Incluso muchas veces nos invitan a conocer a sus familias y a quedarnos algunos días en sus casas”.

Cuando comenzó su aventura nómada, Juan viajaba con un presupuesto de cinco dólares diarios. Desde que lo hace con Laura, el presupuesto pasó a ser de ocho dólares. Controla minuciosamente el dinero gastado y no se olvida de hacer publicidad de sus libros para que se sigan vendiendo. Estos no se consiguen en librerías, sino que son pedidos a través de las redes sociales (@acrobatadelcamino y @losviajesdenena).

Además de no gastar dinero en transporte, para el alojamiento utilizan alternativas como Couchsurfing, una red de intercambio de alojamiento gratuito que tiene miembros en todo el mundo.

“En todas las ciudades nos hospedan sus miembros, y en los pueblos preguntamos dónde acampar, aunque dos de cada tres veces nos invitan a una casa”, puntualiza.

Cuando empezó a viajar, su objetivo era documentar la hospitalidad de los países musulmanes y del ser humano, más allá de todo prejuicio y formatos culturales.

En su último libro, Caminos invisibles – 36.000 km a dedo de Antártida a las Guayanas, Juan y Laura hacen profundos análisis de las culturas visitadas, con la frescura propia de dos aventureros con mochila al hombro.

Ante la pregunta de qué fue lo que más lo sorprendió, dice: “En Guyana y Surinam quedamos boquiabiertos ante los únicos países con población hindú del continente, con mercados donde se vende agua embotellada del Ganges y tercer ojo adhesivos para las damas”.

Fueron 454 días de viaje a dedo en los que la pareja solo necesitó pagar 19 noches de hotel; el resto de las noches fueron invitados a los hogares de locales o acamparon.

Al preguntarle sobre algún lugar predilecto, Juan confiesa que se enamoró de Colombia: “En pueblos del Eje Cafetero, como Salamina, la gente nos invitaba a conocer sus casas antiquísimas con fachadas color pastel. Cruzamos la región a bordo de una chiva y en cada pueblo que frenábamos la gente nos tironeaba para que tomáramos un tintico (café) con ellos”.

Para él, alojarse con locales es lo que les permite tener algo para contar: “Con un poco de esfuerzo, se pueden aprender unas cincuenta palabras y frases básicas. Cuando la gente nota que uno intenta comunicarse en su idioma, se predispone mejor”.

Recientemente finalizaron un viaje de 15 meses cruzando África a dedo, desde Egipto hasta Sudáfrica. Próximamente lanzarán un libro sobre ese viaje.

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