Las autoridades de Nueva York pidieron a los residentes de un barrio judío ortodoxo que se vacunen contra el sarampión, pero queda la incógnita de cómo hacer cumplir la orden. El primer paso contra el peor brote de sarampión en la ciudad desde 1991 será preguntar a los residentes dónde han estado y con quién han entrado en contacto.
A partir de allí, pedirán la información de esos contactos para entrevistarlos y tratarán de persuadirlos para que se vacunen si no lo han hecho ya y si no están inmunes a la enfermedad.
La municipalidad ha ofrecido ayudar a la gente a vacunarse, pero también ha advertido que cobrará multas de 1.000 dólares a quien se niegue.
“Nuestro objetivo no es multar a nadie”, dijo el martes el alcalde Bill de Blasio. “Nuestro objetivo es hacer que la gente se vacune, pero al mismo tiempo estamos tratando de convencer a la población de que se trata de un tema urgente”.
La orden de vacunarse comprende un estado de emergencia por salud pública que según expertos no ha sido declarado en Estados Unidos en tiempos recientes, en el que se pide a la población vacunarse o de lo contrario enfrentarán multas.
La situación ha suscitado reacciones ambivalentes en el barrio afectado de Brooklyn y ha sonado las alarmas entre grupos que defienden las libertades civiles.
De Blasio reconoció que se trata de “una situación inusual” pero enfatizó que se debe “a la simple magnitud de la crisis”.
Las autoridades han detectado unos 285 casos de sarampión en Nueva York desde otoño pasado, comparado con apenas dos en todo 2017.
Es parte de un brote de 465 casos de sarampión a nivel nacional en lo que va de año, la segunda cifra más alta desde que la enfermedad fue declarada erradicada en el 2000.
La orden abarca cuatro zonas postales en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn, aunque hay algunas excepciones, como por ejemplo bebés menores de 6 meses.
La municipalidad estima que hay unos 1.600 niños en ese vecindario que no han sido inmunizados. El lunes, ordenó a las escuelas judías ortodoxas de la zona a excluir a niños que no estén vacunados bajo riesgo de ser clausuradas.
En una de esas escuelas, yeshiva Kehilath Yakov, el rabino David Oberlander aseguró que han realizado ingentes esfuerzos para asegurarse de que los niños sin vacunar no entren al plantel.
“Estamos tratando de controlar la escuela y estamos tratando de cumplir 100% con el Departamento de Salud”, dijo el maestro. “Sin embargo, no podemos controlar a los padres”.